Con toda la buena intención de esa persona que quiere cambiar las cosas que van mal y que quiere contribuir a su sociedad de manera activa y eficaz, mucha gente se afilia a algo que dice ser un partido y, no de fútbol.
Fútbol, pero del bronco, el que tienes que soportar desde el principio cuando de nuevas entras en esa sede y los más antiguos del lugar te miran con recelo por tu juventud o, por tu preparación o, por ambas cosas en el mejor de los casos (en el peor para ellos).
Casos, pero curiosos, los que se producen en ese momento cuando te das cuenta que igual sólo te quieren para pagar la cuota y que sólo suena tu teléfono en dos contadas ocasiones, una cuando hay elecciones primarias para que votes la lista en la que ellos aparecen y, otra, cuando hay elecciones generales, autonómicas o locales, para que les hagas de interventor o apoderado.
Apoderado, los nervios en tu cuerpo cuando al ver la situación te has dado cuenta que igual la sociedad necesita cambios pero quizás los que más necesitan cambiar son esos que por no perder la poltrona desechan gente preparada y con ganas de trabajar que podrían conseguir una sociedad mejor.
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