miércoles, 20 de junio de 2018

CON LA DE VALLES QUE HAY

Los Valles siempre han ido unidos a parajes en belleza insuperables, valle, esa palabra que tanto relaja sólo con oírla.
Oírla no, pero leer la obra de Valle-Inclán muchos habrán tenido el lujo, por no hablar de la suerte de otros tantos que han tenido en su vida a Valle, esa chica de la Facultad que sólo con mencionar se te hacía un nudo en la garganta.
Garganta, más de una, se ha quedado irritada defendiendo de lo poco que hace la palabra valle desagradable, su recuerdo hay a quien le revuelve las tripas y le hace estallar el estómago.
Estómago, pero agradecido, es una figura que nos acompañará a lo largo de nuestra historia, esa que no debemos olvidar y, que tenemos la obligación de contar a nuestra juventud con objetividad.
Objetividad es lo que falta, tanto a unos como a otros, cuando se afronta el tema del Valle "famoso", ese donde deben estar los que no se levantan porque se hace llamar de los caídos.
Caídos ha habido muchos a lo largo de la historia en España, por la guerras, por la religión, por las crisis económicas, por las drogas y, hasta por la falta de amor; no es una cuestión de izquierdas o de derechas, seguramente no sea necesario pagar una fundación que adora a Paquito, pero si es necesario, y una obligación de todos esos que ponen tanto entusiasmo en el debate, intentar y conseguir que nunca más hayan más caídos ni por guerras, ni por religiones, ni por las drogas o, por no poder soportar ver más a sus hijos sin nada que darles de comer.
Comer los votos que podáis con el debate de Paquito, tanto los azules como los rojos, naranjas o morados; pero mientras no consigáis que ningún paisano vuelva a caer, con todos mis respetos y toda mi educación, por mí, como si os lo lleváis a vuestra casa.