lunes, 13 de julio de 2015

PARA LLORAR NOSOTROS

No es la época de llorar, salvo verdadera desgracia, la del buen tiempo, pero a más de uno le ha dado la flojera y no consigue mantener el lagrimal seco, se viene a bajo y ante el estupor del público más decente sus ojos se llenan de lágrimas, sin poder evitarlo, como el que pierde un familiar querido.
Querido, no por la mayoría absoluta, fue el primero en sorprendernos a la hora de tomar posesión ante el parlamento autonómico a lágrima viva, no sabemos si por qué no se creía la suerte que había tenido o, porque la emoción le superaba al ver que el esfuerzo del resto de partidos de la izquierda había llevado al suyo a ganar tras años de vergonzosas derrotas.
Derrotas y victorias también ha sufrido el último que no ha podido controlar el lagrimal y, ante el público le ha caído la "lagrimilla" de manera incontrolada como el que no tiene para su familia nada que dar de comer.
Dar de comer, a parte, es lo que habría que hacer con aquellos que, con la que está cayendo y siendo ellos unos privilegiados, aún nos deleitan con escenas lacrimógenas y de gran pesar.
Pesar, pero del bueno, es el que siente un trabajador cuando lo despiden o, cuando se jubila por cuatro pesetas y debe de mantener la lágrima para no alarmar a los que de él dependen, sin que nadie le pague ningún impuesto como a otros, así que viendo a algunos de vosotros llorar, solo cabe decir que los que tenemos para llorar somos nosotros.

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